(Grito de lobos es un blog colectivo cuya misión es recoger y dar forma a nuestros gritos. El que sigue es el primer grito mío en los lobos. Salió el 7 de enero. Para ver los comentarios deberá irse al blog original.)
Les detuvieron por cometer un delito: colarse en la cena de gala con una pancarta. Los delincuentes eran cuatro: un español, un holandés, una alemana y un suizo. Los cuatro con responsabilidades en Greenpeace. Indudablemente merecían el castigo: más de 20 días encarcelados. Lo merecían porque vinieron a turbar la cena merecida de unos líderes internacionales que, preocupadísimos por el cambio climático, decidieron que era el momento de pasar a la acción y comenzar a solucionar el problema.
Juan López de Uralde y los otros eran unos exaltados. ¿A quién puede ocurrírsele joderles la opípara cena a unos hombres y mujeres que, al día siguiente, iban a tomar una serie de decisiones fundamentales para detener el presunto deterioro del clima? No les dejaron cenar tranquilos, lo cual merece mi más absoluta repulsa. Una cena es una cena. Y más tras una larga y productiva jornada laboral. Productivísima, como se vio al día siguiente.
Y ahora, una vez liberados, se atreven a quejarse de que les trataron como a perros. ¿Cómo esperaban que les tratasen? Hora es de que todo el mundo sepa que la cena es un momento sagrado. Pero no sólo eso: añaden los sinvergüenzas que un castigo excesivo por una falta leve, como puede ser el pacífico aunque contundente uso de la libertad de expresión, nos acabará llevando a una forma de totalitarismo en que estará prohibido incluso opinar. Demagogia...
Pero lo peor, lo peor de todo, no es que les encarcelaran por llevar una pancarta. Eso me parece justo, ya lo dije. Justo y necesario. Lo peor no es que esos locos se empeñen en hablar de cambio climático, que ni yo ni los bienpensantes nos lo acabamos de creer del todo (no al menos que sea debido a la acción del hombre, cualquiera diría). Lo peor es que Uralde y los otros (esos hippies) se atrevan a decir que los delincuentes no eran ellos sino los jefes de Estado y de Gobierno que montaron una carísima mascarada que no supo poner freno, porque no les interesó, al cambio climático. Que los delincuentes eran los otros, los que estaban cenando. Habráse visto mayor desfachatez. Yo les hubiera dejado en la cárcel hasta las Navidades del año que viene. Para que aprendan...
Ecos lejanos, 24
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Sigue siendo tu mano tan leve como entonces, susurra la mujer. Es ese don
de aquello que roza lo imperceptible lo que siempre me gustó de tus
caricia...
Fa 13 hores
2 comentaris:
He leido la entrada original y los comentarios.
Me encantó la ironía del texto.
Y ahora... qué sigue?
Saluti
Petons, amigo mío.
Merecía la pena que trajeras aquí esta entrada.
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