El ensayo sobre Larra del cual quiero hablar, brevemente porque la cosa no merece más palabras, lo había comentado ya con El pobrecito hablador (el del siglo XXI) en un comentario de su o mi blog. Fue una de mis lecturas de la primavera pasada. Es por eso que, entre la conciencia de haberlo sacado y la evidencia de su irregular valía, dejé que languideciera en la nevera. Ahora lo encuentro, lo recupero y lo saco. Más que nada por los recuerdos encadenados que vendrán luego.
Dicho queda que el libro de Jesús Miranda de Larra ni vale mucho la pena ni aporta tantas cosas nuevas. Alguna carta de Larra a sus padres cuando su viaje europeo, alguna nota a Pepita una vez habían ya cortado relaciones. Poco más. El autor, descendiente del ilustre costumbrista, se limita a ofrecer lo ya sabido desde una óptica aparentemente familiar y a aportar su propia visión y lectura del personaje. De todas formas, llevaba tanto tiempo sin frecuentar al gran Larra, por quien siempre sentí enorme admiración, que eso sí puedo agradecérselo al libro. Haber sido una excusa para poder reeencontrarme a Larra por ese barrio de Huertas madrileño que tanto me gusta, y haber sido una excusa, mejor aún, para volver a entrar en sus artículos. Y en El doncel.
Gracias al ensayo he frecuentado nuevamente "En este país", por ejemplo, "Modos de vivir que no dan de vivir", "La fonda nueva", "Antony", "Cuasi", "Carta de Andrés Niporesas", "El castellano viejo", "Los calaveras", "Donde las dan las toman", "El mundo todo es máscara", "Empeños y desempeños", además de los tipiquísimos "Vuelva usted mañana", "El casarse", "El día de difuntos" y "La nochebuena", entre otros. Gracias al ensayo he recordado que ya hace tiempo que pensé que los libretos El duende satírico y El pobrecito hablador que publicaba el propio Larra eran en realidad como los blogs de la época (la diferencia es que se vendían).
Y los recuerdos, que se encadenan solos como las cerezas, me trajeron también momentos de mi vida pasada. A Ana Rodríguez, convertida ahora en amiga y dueña de un riguroso blog, en las clases de romanticismo (qué tiempos, qué jóvenes) comentando el ensayo de Georg Lukács a propósito de la novela histórica. A Susana, amiga entonces y siempre, además de compañera de estudios en aquella Facultad que tuvimos el privilegio de frecuentar (arquitectónicamente hablando, todo sea dicho). Y el recuerdo también de Alicia, que ya no está entre nosotros, leyendo en un rincón del patio de letras y a toda velocidad El señor de Bembibre con la manifiesta esperanza de que Ana pusiera algo en el examen. Tempus fugit... Mas Larra y los recuerdos encadenados permanecen.
El derecho a opinar
-
Por: Antonio Porras Cabrera
Publicado en:
https://xornaldegalicia.es/opinion/el-derecho-a-opinar-por-antonio-porras-cabrera
https://21noticias.com/2...
Fa 58 minuts
12 comentaris:
Qué placenteras esas lecturas compartidas y mucho más aquellas que retomamos tras años de haber dejado la facultad.
Tengo una lista enorme de libros que a mis 17 sospechaba extraordinarios y que no supe degustar.
Es que los libros, los lectores y los autores, como los vinos, tienen su edad.
Y si no que lo diga Alicia, vuestra compañera que quizá ahora, más serena y sin urgencias, se deleite con el texto sin prisa.
Un abrazo, East River! Y gracias por comprender el significado de mi post, que no era otra cosa que una excusa para hablar de nuestras emociones vergonzantes.
Els records es fan presents de la forma més impensada. Llavors, un llibre et porta un món, com sol passar.
I quina enveja el pati de lletres, nosaltres a dalt de la Diagonal, va ser deixar-la i traslladar-la al Raval, que m'hagues agradat molt més.
Pero la vida suele estar en la vida misma y muchos menos en las novelas historicas. Y yo me quedo con la vida, ni lo dudes.
Parece que disfrutas con el recuerdo...ay, Ramón, hijo mío, te me vas haciendo mayor...
Es triste que los parientes quieran vivir del cuento sin darnos nada a cambio; porque la recuperación de lo que ya tenías, no es mérito de ese autor, sino tuyo.
M'he rigut amb el comentari d'aquesta senyora anterior... ens anem fent grans. No sé si t'haurà fet gràcia o no però té raó, i no et sàpiga greu. A mi em sembla que jo sóc una mica mes gran que tu, i llavors l'entenc perfectament. Et volia escriure sobre Larra, a qui no he llegit pero l'apunto, però al final em surt al pas una meditació sobre el pas del temps. Es veritat, quan tornem sobre velles lectures o velles pelis i aquestes ens porten a vells records, vol dir que, sortosament, anem posant seny!
Ay, Ramon, que en este post me dejas tocada y hundida. Hundida en ese tiempo intensísimo que compartimos. En momentos, sensaciones, admiraciones compartidas, temores, indignaciones mayúsculas, temeridades, esperanzas... Cuánto cuentas en tan poco! Y te saltas otro encuentro con Larra que compartimos, aunque con tabique por medio: con Teresa, magnífica, en el Institut Montserrat... Ahí aterricé yo al gran Larra (imagino que tú también), lo descubrí y caí fulminada ya para siempre por esa pluma (genial, Ramon!) precursora de los blogs.
Y ahora, que me has dejado instalada en aquel tiempo, puede que vaya a escribir (papel, boli, ya sabes) una de aquellas interminables cartas a mi amigo del alma. Ramon, querido, descubriendo Larra y EastRiver a un tiempo... Benditos tiempos aquellos!
Besos gigantes gigantes, que vienen ya desde la eternidad casi. Y la cena queda programada para cuando gustes ;o)
Emy, qué gran verdad, todo tiene su tiempo. Pero a los 17 míos tuve la dicha de descubrir nombres y listas que me cambiaron casi. Y gente, también, mucha de la cual sigue estando aquí, tan cerquita. Otros ya no, como Alicia, que seguro que sí, disfruta sin prisa de tanto por leer.
Romeu, els records són així, de cop un llibre et porta tantes coses, tantes emocions... Les facultats de la Diagonal són espantoses. Recordo l'antiga de Història, un horror. En canvi ara, al Raval, és cert... un luxe.
Paula, no creo que la vida sea incompatible con nada. Mira los blogs, los leemos, participamos, y nadie tiene la sensación de que deje de vivir por ello. Un abrazo.
María Jesús, siempre tan certera y tan directa, hija mía. Sí, me voy haciendo mayor. Dicha la nuestra, la de todos los que vamos enmayorizando (decir envejeciendo no mola). Dicha porque aunque seamos coquetos y a veces nos dé por quitarnos años, ay!, cuántas cosas ganamos por el camino. De momento vamos siguiendo nuestro camino con una elegancia que ya querría para sí Fernando Alonso. Besos enormes.
Sonia, ja veus que no em sap greu el comentari de la María Jesús, res més allunyat de les meves intencions i sentiments. Anem posant seny, com dius tú, gran veritat. Les coses es veuen des d'una altra perspectiva. I respecte a Larra, sí, fes-hi una ullada. Val tant la pena. Llegeix avui un article, demà un altre... sense presses. Ja em diràs.
Susana, es que cuando rememoro mi tiempo universitario debo incluirte porque es el mismo... el tiempo y el espacio. Incluso más atrás, efectivamente: el bachillerato que también compartimos aunque a mayor distancia. Y así nos vamos haciendo mayores, que dice María Jesús: nunca podremos quitarnos años entre nosotros porque no colaría. Eso también ocurre entre hermanos. Y ya ves lo que dice Emy sobre Alicia, que estará leyendo serena y sin urgencias todo lo que le quedó por leer. Qué bonita forma de verlo. Te abrazo.
¡Qué decir! El día que me enteré que mi padre era el amante de mi mi primer amor compré la pistola con la que tiempo después me pegué un tiro, aunque tuve ganas de probarla con mi progenitor, pero mi sobrino-tataranieto, metido a biógrafo, lo despacha con mucha, mucha comprensión paternofilial.
Recuerdos, ya todo son recuerdos... e ilusiones que se fundamentan en ellos.
¡Salud Eastriver!
No sé si es verdad lo que dice el pobrecito hablador, deberemos creerlo porque algo sabrá el propio protagonista. Pero si es verdad que el propio padre le birló la novia, se entiende mejor el carácter depresivo del escritor. Entré para decirte que yo también conozco el patio de letras, aunque no estudié en él, pero sí fui a la biblioteca y si estuve en el bar de abajo.
Duracel
¡Un romántico nunca miente! ¡Un muerto romántico jamás! y un resucitado solamente a la hora de pagar en la barra.
Fue así, como lo digo. Estaba locamente enamorado de aquella muchacha y supe que papá se la beneficiaba. Lo de la pistola lo he añadido para darle un toque prospectivo... pero desde entonces, con la familia lo justo, más que nada por desmentir al biógrafo, que por miedo a azuzar fantasmas de antaño tiende a esconder la porquería bajo la alfombra. ¡salud!
Rafel, poca cosa puedo añadir a la claridad expositiva de Mariano José, al cual ya decidí en su día no volver a llamar Mariano porque me da mal rollo.
He de decir que realmente la parte familiar es la más interesante del libro (de la parte de análisis literario, ?, mejor ni hablar). La sensación que uno extrae es: que la relación con sus padres era bastante estrecha y dentro de todo liberal, y en segundo lugar que Baldomera no era su hija, pues ciertamente se preocupó enormemente de sus hijos, que pasaron de las manos de Pepita a las de sus padres, en cambio nunca habla de Baldomera, ni para bien ni para mal. Cuando escribe a Pepita, lo cual hace a menudo, siempre le pregunta por "tu hija" de una forma enormemente adjetiva.
Saludos a ambos.
Ramón, yo solo subrayo las palabras de María Jesús: el encadenamiento de recuerdos y sensaciones es obra tuya. Larra es solo el gatillo pero la bala y su recorrido te pertenecen.
Y también coincido con Emy. Alicia se ha ganado todo el tiempo del mundo para leer, sin interrupciones. Yo sospecho que en el cielo hay un buen baño para los mejores lectores. Porque no me digas que el baño no es uno de los mejores lugares para leer. Deben haber uno que dice "Damas"; otro, "Caballeros; y otro, "Lectores". Ah, qué buen tema para una entrada, "El baño perfecto del lector continuo" (¡te la cedo!).
Invariablemente es un placer leerte, con las imágenes intercaladas, con tu propia historia bordándose en palabras y llevándome de la mano.
Un abrazo fuerte.
Publica un comentari a l'entrada