Una de les visites emblemàtiques de la meva ciutat és el Museu Marès. No hi havia anat mai fins un tarda desvagada del passat estiu. Hi havia alguna cosa que em feia malfiar. Havia visitat, això sí, el pati, tan maco, amb la seva font central, al costat mateix de la Catedral. Sabia també que els terrenys que actualment ocupa l'edifici gòtic del Marès varen ser en èpoques tan pretèrites els jardins privats del Palau Reial dels Comtes de Barcelona (els descendents de Guifré, vaja).
El Museu actual és el regne de l'horror. Sempre m'han provocat un gran desassossec i neguit els museus fruit de les hores desocupades d'un col.leccionista ric, sense més ordre ni sentit que l'acumulació d'objectes diversos. Objectes que fora de tot context semblen sortits d'un malson. Nines, vestits d'època, ventalls, bicicletes antigues, culleretes de plata, marcs de fotos. Sales i més sales dedicades als objectes més diversos. Qualsevol cosa és bona per a ser col.leccionada, està clar. Visitant el Marès està claríssim.
El millor, de lluny, les escultures d'èpoques diverses. Com les verges romàniques. Sempre m'ha impressionat la senzillesa intensa del romànic. O alguna portalada també romànica que, pedra a pedra, va ser en el seu moment traslladada al Museu (la segona foto de sota... Aquesta mena d'espoli m'aclapara des de sempre. Potser sí que és cert que moltes peces s'haguessin perdut però m'agradaria saber quants capellans es van omplir les butxaques). O un pati interior (el de l'altra foto) que, també pedra a pedra, va ser reconstruït dintre del museu (la Via Laietana va travessar-lo i per tal d'evitar-ne la destrucció definitiva van optar, afortunadament, per traslladar-lo... Em pregunto per què Marès, tan aficionat a col.leccionar-ho tot, no va decidir iniciar llavors una col.lecció de patis urbans).
La sensació en sortir del Marés és la d'haver contemplat peces realment interessants, però la falta d'un verdader fil conductor (es passa de les verges romàniques al joc de parxís de principis de segle XX, de l'escultura pre-romànica a una col.lecció de rellotges de butxaca) fa que el conjunt no s'apreciï en absolut. El que realment em va sobtar moltíssim van ser els escrits que els visitants deixaven en el llibre de la sortida. Vaig obrir-lo amb curiositat, esperant llegir les crítiques més espantoses (que són les que hagués escrit jo). La sorpresa va ser total. Il più bel museo del mondo, o mais belo lugar mágico, ce musée est un charmant et adorable, cómo mola colega... Només pot haver-hi una explicació: a la gent d'arreu li agrada el caos.
divendres, 28 de maig del 2010
MUSEU MARÈS O EL CAOS A BARCELONA
dilluns, 24 de maig del 2010
LO QUE ME MOLESTA DE LAS TIJERAS
Si hay huelga general seguramente no iré. Porque soy solidario y asumo con mi esfuerzo la parte que me toca de la recuperación del país. Porque entiendo que vivo donde vivo (en Europa) y no en Asia. No digo que me parezca que se ha hecho bien: se hizo tarde y se quitó de los de siempre. Estoy enfadado, eso sí. Enfadado porque quienes generaron la crisis no la pagan. Enfadado porque este régimen en que vivimos se parece muy poco a una verdadera democracia. Pero una vez asumido esto puedo entender las cosas, incluso aquellas que no me gustan.
Pero me gustan menos las mentiras. La mentira es lo que de verdad nos molesta (y vivimos rodeados de ellas). Si yo soy solidario lo mínimo que puedo exigir es que todo el mundo lo sea, empezando por el Rey y su numerosa parentela, que cobran lo indecible. Que todo el mundo sea solidario pero especialmente los que más tienen.
Nos preguntamos muchos por qué no es solidaria también la Iglesia, por qué no se usa
también la tijera con ellos. Y nos gustaría que se nos explique algo que ya hace tiempo que me parece tan sospechoso: ese sumidero de billetes que son los proyectos I+D+i. Detrás de la Investigación y del Desarrollo, que suenan tan bien, siempre hemos sospechado que se escondían proyectos militares de la peor calaña y del mejor negocio. No se recorta, pues, el dinero para tanques (gracias Fritus por el excelente dossier). No me indigna que a mí me recorten: como puede verse, lo que me molesta es todo lo que rodea el tema.
U otra cosa. Una encuesta señala que al conjunto de la población española le parece genial que a los funcionarios nos recorten el sueldo. Cuando me enteré pensé que los verdaderos enemigos son el pueblo, por envidia o qué se yo. Ser funcionario no ha sido nunca cómodo, como si en los trabajos del sector privado todo fuera un ejemplo de eficacia y profesionalidad. Ahora, muchos conciudadanos, en lugar de situarse de nuestro lado (al fin, todos somos trabajadores) se coloca directamente enfrente y en lugar de preocuparse de lo que le asignan a la infanta (que es como para montar un cirio) aplaude rabiosamente porque a mí me quitan doscientos euros. Estamos rodeados de capullos, me temo.
Y para acabar, un apunte positivo. Vi por la tele recientemente un excelente reportaje de Isabel Coixet: La mujer, cosa de hombres. Utilizando la técnica perspectivista del contrapunto la directora iba engarzando anuncios e imágenes televisivas sexistas de décadas anteriores en que la mujer era considerada un mero objeto, con noticias muy actuales de violencia contra las mujeres. Enormemente efectivo ese mensaje: de aquellas lluvias estos lodos. Os dejo un fragmento del reportaje. Y os anuncio que muy pronto estaré de celebración.
divendres, 21 de maig del 2010
MUERTE DE UN MILICIANO (5/5): GERDA, ENDRE Y ROBERT CAPA
(Gerda Taro durmiendo en los días de la guerra civil, fotografiada por Robert Capa)
Pero quedaba por despejar una última duda. ¿Realmente la foto fue hecha por Robert Capa? ¿O la hizo su novia Gerda?
Capa y Taro llegaron a la Barcelona revolucionaria el 5 de agosto de 1936. No se llamaban así entonces: se trataba de una pareja de amantes, ella alemana (Gerda Pohorylle) y él húngaro (Endre Friedmann), judíos y exiliados. Ambos se estaban iniciando entonces como fotógrafos y crearon un personaje en mayo de 1936: Robert Capa, norteamericano. La finalidad era crear un nombre, previamente envuelto en la leyenda, con el cual firmar sus trabajos y poder así vender las fotografías a un precio mucho más elevado. Se inventaron que Endre era ayudante de Capa y ella asistente. Al llegar a España Capa entró en acción y se encarnó en Endre mientras que Gerda Pohorille incorporaba también otro personaje, el de Gerda Taro. Fue la revista Vu quien les envió a España al inicio de la contienda y ambos se situaron ideológicamente al lado de la República.
(Dos fotografías en que pueden verse a la pareja de amantes en sus días en España)
Capa iba armado con una mítica Leica. La Leica ofrecía fotografías rectangulares. Gerda Taro, en cambio, llevaba una Rolleiflex, con negativos cuadrados. Susperregui, el investigador que situó el escenario en Llano de Banda y no Cerro Muriano, mantuvo en su libro que la fotografía del miliciano estuvo hecha en realidad con una Rolleiflex a la cual se le cortó la banda superior hasta darle una forma rectangular, como si hubiese sido disparada por una Leica. Si la Rolleiflex era manejada por Taro ello podía significar que la foto fue hecha por ella. No todo el mundo está de acuerdo en esa posibilidad pero conviene no olvidar que, al menos en esos primeros meses, ambos eran Robert Capa, ambos estaban dispuestos a firmar con ese pseudónimo.
(Estas son algunas de las fotografías de Taro)
Gerda Taro murió en la batalla de Brunete un año después de la mítica fotografía. Esa mujer valiente, que era conocida como "la pequeña rubia" por los milicianos españoles del frente, tuvo una muerte mala. Había asistido a la victoria republicana en Brunete donde había realizado muchas fotografías. Pero los nacionales llevaron a cabo un contraataque por sorpresa. Gerda, que había abandonado ya Brunete, decidió volver. Quienes la vieron en aquellos días hablaron largo tiempo de su valentía indiscutible, de su empeño, de su osadía. En aquella batalla de Brunete los republicanos tuvieron que escapar ante la ferocidad de los nacionales: Gerda lo hizo subida, de pie, a un coche de un jefe de las brigadas internacionales. En una curva salió despedida y la mala suerte hizo que un tanque le pasara por encima. No murió en el acto. Era el mes de julio de 1937. El día que murió faltaban pocos para que cumpliera los 27.
(Gerda fotografiada por Endre en Cerro Muriano, Córdoba)
Endre, a punto de convertirse ya definitivamente en Robert Capa, le dedicó en aquella ocasión un libro con fotografías de Robert Capa, es decir, con fotografías de ambos. Ninguna de esas fotografías iba firmada. La portada de aquel homenaje fue justamente "El miliciano muerto". Este hecho propició nuevas teorías sobre la autoría de la famosa foto. Gerda, por su parte, quedó como mito del antifascismo, como mujer valiente y como autora de fotografías de indudable valor.
(Algunos amigos, en sus comentarios, inician un tema apasionante: hasta qué punto el fotoperiodismo actual, a menudo tan amarillo y comercializado, es arte. Esa tendencia que seguramente se inició en los años 60, por ejemplo con la fotografía de Eddie Adams en que el detenido fue asesinado justamente porque ahí había una cámara a punto, ha ido degenerando hasta lo indecible. Pero ese sería otro tema.)
dimarts, 18 de maig del 2010
MUERTE DE UN MILICIANO (4/5): OTROS CASOS DE FOTOGRAFÍAS POLÉMICAS CÉLEBRES
Una vez establecido que la famosa foto de Capa no había sido hecha en Cerro Muriano, como durante tantos años se había creído, sino en Llano de Banda, cerca de Espejo, quedaba también establecido que el miliciano presuntamente muerto no podía ser Federico Borrell, como se sostuvo durante mucho tiempo. Borrell había muerto, efectivamente, en Cerro Muriano pero el escenario de la foto era otro. Así que no había más espacio para especulaciones.
Quedaba otra duda por despejar. Aunque no se tratara de Borrell, ¿la foto mostraba la muerte real de un miliciano o se trataba de un puesta en escena? Parecía más conveniente lo segundo pues se habían descubierto otras fotografías de la misma jornada en que aparecían el protagonista de la imagen saltando, jugando, corriendo. La tesis del montaje parecía a priori avalada. Y más si se observaba el diario de guerra que señalaba que a principios de septiembre, fecha de la fotografía, no hubo en Espejo ningún muerto. La línea del frente quedaba todavía lejos. La foto era, por tanto, un montaje y el desconocido miliciano que en ella aparece fingió haber sido alcanzado por un proyectil. En eso quedaba la foto más famosa de nuestra guerra civil.
El hecho de que Capa nunca, a lo largo del resto de su vida, quisiera hablar detalladamente sobre su fotografía más famosa podía presuponer un cierto malestar, o la voluntad de que esa pequeña trampa no se descubriese. Pero, ¿qué es el arte sino una gran mentira que acaba siendo una verdad suprema? ¿Qué es el arte sino una forma de estilización que se convierte en símbolo de la propia realidad? En la película que citaba en la primera entrada dedicada a la historia de esta fotografía, La sombra del iceberg, se habla también de la otra gran foto sobre la guerra civil española. Esta.
El fotógrafo Agustí Centelles, al producirse el intento de alzamiento del 18 de julio en Barcelona, intento que como se sabe fracasó, cogió su cámara y salió a inmortalizar los episodios violentos que se estaban produciendo en la ciudad. A la altura de la Gran Vía con la calle Lauria, donde está el Ritz (ahora Palace) oyó disparos en una de las calles cercanas del ensanche. Se dirigió hacia allí con la esperanza de poder hacer una foto excelente. Y la hizo. Pero años más tarde se supo, porque el propio Centelles lo confesó, que cuando se acercó a la calle Diputación con Bruc, lugar en que unos guardias de asalto, los de la foto, parapetados tras unos caballos muertos en un charco de sangre se enfrentaban con unos rebeldes, no pudo hacer foto alguna porque los disparos le impidieron situarse. Tuvo que escapar, como hicieron todos. Cinco minutos después, en cuanto los insurgentes huyeron, él regresó al lugar de la fotografía y se encontró con los guardias de asalto descansando tras haber vencido en la escaramuza. Les pidió que recrearan lo que había podido presenciar cinco minutos antes.
La gran fotografía de los caballos muertos no es tampoco, por tanto, real del todo. Y sin embargo se ha convertido en verdadero símbolo de las luchas callejeras. Porque todo era real: los caballos, la sangre, los guardias. Sólo que era una foto hecha con cinco minutos de retraso. Era, pues, una recreación de una verdad indiscutible.
La osadía de Centelles no acabó ahí. Llegó incluso a manipular su fotografía para darle mayor fuerza. La recortó, eliminando a uno de los guardias que restaba veracidad a la foto. Esta es la foto original antes de ser artísticamente manipulada.
También en la misma jornada Centelles pidió a uno de los guardias de asalto que se colocase parapetado tras un muro. Otra fotografía falsa que puede verse a continuación. Si el guardia estuviese efectivamente disparando ello significaría que el fotógrafo está en plena trayectoria de las balas enemigas en el momento de hacer la foto.
Centelles es un fotógrafo que me ha fascinado siempre. Pueden verse algunas de sus imágenes, estas sí, totalmente reales , en una entrada que le dediqué hace tiempo en este blog.
Otra fotografía histórica sobre la que en su momento se habló de un posible montaje me la recordó Montserrat Sala en un comentario a mi primer texto dedicado a la foto de Capa. Se trata de la izada de la bandera en Iwo Jima aunque en este caso el fotógrafo iba acompañado de un cámara lo cual facilitó las cosas y acalló la controversia. Puede seguirse la historia de esta foto en la entrada del siguiente blog. O verse el momento en el siguiente vídeo:
Otros amigos me han remitido también comentarios sobre otras fotografías célebres que no eran tan naturales como se pretendía o que habían sido retocadas. En el primer grupo está la fotografía El beso de Robert Doisneau: se supo que la pareja habían sido contratados. Ese detalle, no obstante, no le resta belleza a la imagen.
Y en el grupo de las fotografías retocadas está la imagen de Yevgeni Khaldei donde se puede ver a un soldado soviético poniendo la bandera comunista en el Reichstag. La primera imagen es la original. La de debajo la retocada. Puede verse que se ha añadido humo y que por otro lado se han borrado los dos relojes del soldado que sujeta por lo pies al que coloca la bandera. Los dos relojes eran una muestra demasiado evidente del pillaje que los comunistas hicieron en el Berlín que había perdido la guerra y, por tanto, fueron borrados de las muñecas del soldado.
El arte explica la realidad interpretándola. Desde ese punto de vista la fotografía de Capa, aunque no fuese cierta, aunque el miliciano no muriese en directo ni se tratase del enclave de Cerro Muriano, es tan verdad como cualquier otro episodio de la guerra civil. Y su fuerza resulta indiscutible.
Tras este recorrido por los misterios de la famosa fotografía sólo queda una cosa por dilucidar: ¿Se trata realmente de una imagen de Robert Capa? ¿O la hizo su amante Gerda Taro?
(Continuará)
dissabte, 15 de maig del 2010
MUERTE DE UN MILICIANO (3/5): EL LLANO DE BANDA, EN ESPEJO
En las entradas anteriores (primera y segunda) comencé a recoger algunos datos sobre la famosa fotografía del miliciano muerto durante los primeros días de nuestra guerra civil. Veíamos en la entrada anterior cómo los datos ponían en duda que el miliciano muerto en Cerro Muriano (Córdoba) fuese el alcoiano Federico Borrell.
Como ya dije, la del miliciano no es la única fotografía que Capa hizo aquella jornada. En algunas se ve a los milicianos jugando, lo cual hizo sospechar que en realidad la foto famosa fuese un montaje, o un juego. Es más: existe otra fotografía de otro miliciano muerto en la misma zona. Una de las hipótesis existentes señala que los milicianos estaban jugando, saltando, posando para el fotógrafo cuando de repente una bala enemiga mató a uno de los soldados, el emblemático. Entonces, otro de los milicianos acudió a ayudarlo resultando también muerto de un balazo enemigo a muy pocos metros. Se trataba, en cualquier caso, de una particular forma de explicar algo que resultaba francamente muy extraño. Porque recordemos que según los datos oficiales solamente había habido un muerto en Cerro Muriano el 5 de septiembre: el alcoiano Federico Borrell. Debajo de estas líneas están la foto famosa del miliciano junto con la de la muerte del otro miliciano en la misma zona (en dos tomas, durante su muerte y cuando yace en el suelo).
¿De qué manera se había llegado a la conclusión de que el escenario de la fotografía fue Cerro Muriano, al norte de Córdoba? La identificación fue circunstancial, no basada en el horizonte o skyline que puede verse en la foto, skyline que no había sido nunca identificado. Cuando la fotografía fue publicada en la revista francesa Vu iba acompañada de otras que efectivamente eran de Cerro Muriano. ¿Pero era suficiente este detalle para fijar el lugar de la muerte del miliciano de la foto? Lo fue pero se equivocaron porque el siguiente episodio sobre el esclarecimiento de la fotografía confirma que no fue hecha en el lugar en que se creía.
El profesor José Manuel Susperregui en su libro Sombras de la fotografía aporta una localización diferente. Pero antes de dar más datos conviene retener que el cambio de escenario implicaba cambiar todo cuanto se sabía. Ni era el día 5, ni el muerto era Borrell ni probablemente los soldados enemigos estaban lo suficientmente cerca como para poder matar a alguien.
El profesor Susperregui envió la fotografía a los ayuntamientos cordobeses de la zona pidiendo que tratasen de identificar los montes que se veían al fondo de la famosa fotografía. Recibió una respuesta indudable: el skyline pertenece al Llano de Banda, muy cerca de la localidad cordobesa de Espejo, al sur de Córdoba y a unos cincuenta quilómetros de Cerro Muriano. El investigador se trasladó al Llano de Banda y pudo localizar sin ningún género de dudas el lugar en que cayó presuntamente abatido el miliciano. Si vais al siguiente blog podréis encontrar una detallada explicación sobre este asunto.
En esta página existe un vídeo de un minuto sobre la verdadera localización de la famosa imagen.
(Continuará)
dimecres, 12 de maig del 2010
MUERTE DE UN MILICIANO (2/5): TAÍNO Y EL ICEBERG
Como dije en la entrada anterior las dudas sobre la autenticidad de la foto del miliciano muerto comenzaron enseguida. Pronto aparecerían investigadores dispuestos a aclararlas.
Mario Brotons, un investigador local, fue uno de los primeros que decidió investigar a fondo. Partió de lo único que se sabía: que la foto había sido hecha en Cerro Muriano el 5 de septiembre. Buscó en los archivos quién había muerto en aquel cerro el día de la foto. Fue muy fácil: sólo murió un miliciano. Se trataba de Federico Borrell "Taíno", anarquista de la CNT, natural de Alcoi. Borrell había nacido el año 1912, por lo cual tenía 24 años en el momento de su muerte. Brotons se puso en contacto con los familiares vivos de Federico Borrell "Taíno" que le reconocieron sin ninguna duda. Podemos verle en esta fotografía de cuerpo entero.
Con la identificación del miliciano el misterio parecía aclarado en alguno de sus puntos. Pero nada era tan fácil ni simple. Existe una película absolutamente aconsejable, La sombra del iceberg (2007). En ella se cuestiona que el miliciano muerto sea Borrell. Aunque físicamente se parecen ciertas pruebas forenses parecen apoyar la tesis de que se trata de dos hombres diferentes. Además en la película se aporta un documento inédito. En la revista anarquista Ruta Confederal de 1937 aparece un artículo donde un compañero de Borrell le homenajea un año después de su muerte. Se trata de un artículo completamente imparcial puesto que en 1937 no se había visto todavía en España la fotografía de Capa y mucho menos se sabía que se llegaría a identificar al miliciano muerto con Federico Borrell. Lo que nos cuenta el artículo sobre la muerte de Taíno no tiene absolutamente nada que ver con lo que muestra la fotografía. Borrell murió mientras disparaba parapetado detrás de un árbol.
Otra de las cosas que parecen claras a la vista del documental es que la ubicación resulta como mínimo dudosa. Se viaja a Cerro Muriano y se comprueba que, efectivamente, no existe un lugar que muestre el skyline de la fotografía del miliciano, ni se puede encontrar una disposición del terreno similar. No se trata pues, específicamente de Cerro Muriano; acaso de algún lugar cercano. El documental apunta la posibilidad de que se trate del Cerro de la Coja, al lado mismo de Cerro Muriano. Pero las dudas persisten. No hay certeza absoluta. Es más: parece que siguen existiendo más nubes que claros en todo lo que afecta a la célebre imagen. Tendrá que esperarse todavía un par de años para saber con exactitud el lugar exacto en el cual se hizo la famosa fotografía. Y para salir de dudas: si Taíno murió en Cerro Muriano y la foto no está hecha ahí, el muerto de la foto de Capa no puede ser Federico Borrell.
(Continuará)
diumenge, 9 de maig del 2010
MUERTE DE UN MILICIANO (1/5): HISTORIA DE UNA FOTOGRAFÍA MÍTICA
La fotografía de Robert Capa que encabeza esta entrada es seguramente una de las fotografías hechas en España más conocidas del mundo. En ella podemos ver lo que aparentemente es la muerte de un miliciano; concretamente el instante mismo en que el miliciano es alcanzado por una bala.
Una foto tan oportuna despertó necesariamente la inquietud y la sospecha de muchos. Durante largo tiempo se habló de esta fotografía excelente, y yo seguí a través de los medios la información sobre la foto del miliciano abatido. La foto que se considera el inicio del fotoperiodismo bélico.
La fotografía en cuestión se publicó el 23 de septiembre de 1936 (mes y medio después de iniciarse la guerra). Su autor defendió siempre que había sido realizada el 5 de septiembre en Cerro Muriano, Córdoba. Puesto que con los años comenzaron a circular otras imágenes hechas en la misma jornada, con una serie de milicianos, algunos fingiéndose muertos, jugando y saltando otros, entre los que estaba el de la foto, circuló pronto la tesis que la foto en cuestión se trataba de un montaje.
Robert Capa, que tenía 22 años en aquel momento, hizo la famosa foto desde el interior de una trinchera. Su biógrafo reconoció que efectivamente el fotógrafo había realizado el reportaje sobre los milicianos, fotografiándolos mientras saltaban trincheras, mientras fingían combate y mientras caían falsamente muertos, cuando de repente una bala apareció inesperadamente y mató al protagonista de la foto. Capa lo explicó con palabras parecidas: "Estábamos de buen humor. Bajábamos corriendo la ladera y yo también me puse a correr, pero de repente todo era real". De esta forma se validaban tanto las imágenes de los juegos como la imagen emblemática de la muerte. Pero la sospecha estaba ya en el aire. Dependiendo de esa sospecha la obra pasaba de obra maestra del fotoperiodismo a obra maestra de la propaganda. Encima y debajo de estas líneas se pueden ver algunas de las fotos de los milicianos jugando, fingiéndose muertos o corriendo por la ladera de Cerro Muriano.
Los cuestionamientos sobre la validez de la fotografía continuaron. Hasta hace muy poco no se ha conocido el final de esta historia.
(Continuará)
divendres, 7 de maig del 2010
CERDOS
Los simpáticos habitantes del Norte europeo nos llaman cerdos. No solamente a los españoles, también al resto de habitantes de este Sur que tiene tanto bueno (y tanto malo). Nos llaman cerdos porque juntando la inicial de los cuatro países sureños (Portugal, Italian, Greece y Spain) sale justo eso, PIGS, es decir, CERDOS.
Son unos maleducados. Sin embargo, ay, sin embargo. Sin embargo ellos nos dan lecciones que nosotros no queremos asimilar. Lecciones de eficacia, de modernidad en muchos casos, de higiene, de silencio, de respeto, de trabajo. A nosotros, los del sur, nos encanta la fiesta, claro está. Nos encanta el bullicio, el ruido, la pereza. El sol nos adormece. Por eso la gran mayoría de problemas siempre suelen ocurrir en el Sur (véase el reciente caso de Grecia). Y siempre suele ser el Norte quien acude en su ayuda.
Esto es demagógico, claro. No todo es tan meridionalmente así. Sin embargo algo de razón existe en esta afirmación. Yo admiro el norte. Luego me molesta lo cuadrados que son y todo eso, pero en el fondo les admiro. Además les entiendo. Porque pertenezco a una tierra que es el norte del sur o el sur del norte. Por lo cual se perciben aquí las ingratitudes de ambos.
Me acuerdo de un excelente poeta catalán que cantó ese anhelo y ese amor por el Norte lluvioso y sin embargo eficiente. Salvador Espriu se llamó. Poeta que supo cantar a las Españas y al respeto necesario, que supo quejarse por todo lo provinciano que nos embarga cuando nos miramos demasiado el ombligo. Yo, como él, desde el sur apasionado y defendiendo lo bueno que tenemos, también adoro esa pulcritud del Norte, y aspiro a ella, y deseo que nos alcance.
"Oh, que cansat estic de la meva
covarda, vella, tan salvatge terra,
i com m’agradaria d’allunyar-me’n,
nord enllà,
on diuen que la gent és neta
i noble, culta, rica, lliure,
desvetllada i feliç!
Aleshores, a la congregació, els germans dirien
desaprovant: «Com l’ocell que deixa el niu,
així l’home que se’n va del seu indret»,
mentre jo, ja ben lluny, em riuria
de la llei i de l’antiga saviesa
d’aquest meu àrid poble.
Però no he de seguir mai el meu somni
i em quedaré aquí fins a la mort.
Car sóc també molt covard i salvatge
i estimo a més amb un
desesperat dolor
aquesta meva pobra,
bruta, trista, dissortada pàtria."
(Traducción al castellano)
"Oh, ¡qué cansado estoy de mi
cobarde, pobre, tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme de ella,
hacia el norte,
donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
desvelada y feliz!
Entonces, en la congregación, los hermanos dirían
desaprobando: "Como el pájaro que abandona el nido,
así es el hombre que se va de su tierra",
mientras yo, ya lejos, me reiría
de la ley y de la histórica sabiduría
de mi antiguo y árido pueblo.
Pero no seguiré nunca este sueño mío
y permaneceré aquí hasta la muerte.
Porque soy también cobarde y muy salvaje
y amo también con un
desesperado dolor
esta pobre, sucia,
triste, desgraciada patria mía."
Pero viendo lo de Grecia en estos días me he acordado de otra máxima indiscutible. Que como nos muestra la historia quienes se enriquecen son cuatro y quienes pagan los platos rotos son siempre los mismos.
dimecres, 5 de maig del 2010
dilluns, 3 de maig del 2010
ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE
Hoy hablaré de encuentros en la tercera fase. Porque esto de los blogs tiene diversas fases, como los ovnis. La última es la del encuentro. Y de ésta quiero hablar.
Febrero de 2010. Recibo un correo inesperado de uno de los Culturajos. Me escribía Quisque, el padre de Quisque, Perich o como sea que se llame ese personaje misterioso que habitó Bolonia y otros paraísos cenicientos (los paraísos urbanos son siempre cenicientos). Venía a mi ciudad y proponía un café y compartir aficiones literarias, pero esta vez en vivo. Perich, o fuese quien fuese el heterónimo con quien quedé, trajo la lluvia a Barcelona. Los paseos fueron todos pasados por agua. Le mostré el Pipa Club de mi ciudad, en plena plaza Real, el bar del Liceu, el gótico; y la segunda vez quedamos bajo el Arco del triunfo que afortunadamente nos guareció de la tormenta. Cenamos los cuatro y Perich disparó unas fotos tan surreales como él mismo. Un juego de espejos con el vaso del restaurante. Porque los blogs, que es lo que nos unió, tiene mucho también de juego de espejos. Lo mismo que la literatura y que los proyectos.
(Fotos que Perich disparó mientras esperábamos una de las tapas)
Y en Semana Santa, principios de abril de 2010, me desplacé a Valencia, porque es una ciudad que está aquí al lado y que es imperdonable no haber visto. (Y que justamente por todo eso uno raramente visita, lo cual es una pena). Cuando Isabel lo supo quiso venir para encontrarnos. Agarró un tren y subió desde su Murcia. Y allí quedamos, en la estación, al pie de un largo recorrido de Renfe que, ay, llegó con retraso (cómo no). Y ese fue nuestro día. Paseos rápidos por la zona antigua, tapas en un bar muy agradable, comida amena en un restaurante de las callejas cercanas al Ayuntamiento y por la tarde la cultura del IVAM y un paseo acelerado por el Carmen. En el IVAM había una exposición sobre Barcelona, que ya tiene tela la cosa (juro que no lo sabía); sobre Gaudí, sobre el modernismo y sobre lo de siempre. Estuvo bien de todas formas. Y luego, tras el museo, vuelta a la estación tranquilamente acelerando (paradojas isabelinas). Tras tantas cosas por decirnos se nos echó la hora encima y el tren de Isabel casi parte sin ella.
(Fotos del IVAM por dentro y por fuera)
Estos encuentros confirman que hay mucho y bueno por conocer por estos mundos cibernéticos. Y que vale la pena persistir en el empeño.