Por la tarde bajamos al centro. Todo estaba cerrado porque era fiesta pero a la vista del final de verano nos apetecía caminar un rato y no quedar con nadie. Acaso quedarnos luego a cenar en el centro y regresar a casa con el último autobús o con el metro.
El anochecer nos sorprendió paseando por el gótico. Justo delante de la catedral. Nos entretuvimos en una feria de antigüedades que había en la plaza. Y allí nos llegó la voz de un viejo cantante callejero. Dejamos las antigüedades y nos acercamos. La catedral, al fondo, invitaba a no tener prisa. No la teníamos. Así que nos sentamos en la escalinata para escuchar las canciones del viejo argentino de la gorra. Mucha gente había hecho lo mismo que nosotros. Incluso una pareja bailaba los ritmos nada bailables. Nos reímos viendo a la pareja que nos resultaba simpática. Y ahí estuvimos escuchando la música que nos ofrecía el hombre y su guitarra. Silvio, por ejemplo. O Como la cigarra, de la Negra Sosa. Me encanta esta canción, me dijiste. Y, en silencio, vimos acabar el verano al son melancólico del viejo admirador de Mercedes.
Y yo lo recuerdo porque hay momentos en la vida que, acaso por decisión nuestra, se convierten en metáfora de algo que no sabemos bien qué es. Quizá de algo muy parecido al destello de la felicidad que dura lo que dura una canción.
Ecos lejanos, 24
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Sigue siendo tu mano tan leve como entonces, susurra la mujer. Es ese don
de aquello que roza lo imperceptible lo que siempre me gustó de tus
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Fa 1 dia
15 comentaris:
Ramon, entré engañada a tu blog: decían los rss en el Cajón que seguía como novedad el paseo por Colón. Nada me habían dicho de este final del verano, de esa poesía tuya de vivir el anochecer de mitad de septiembre, con la catedral, la Sosa y un ser querido. Nada parecía anunciar que habría de socabarme las emociones acompañada por tu "le gusta", por ese destello, por un anochecer feliz que concilia con todo lo bello, y hace olvidar las brujas, las sombras de los ausentes y la búsqueda de acabar con tanto monólogo. Parece que hoy, amigo Ramon, tu telepatía quisiera complementar mi queja-entrada... Hay que soñar con algo así.
Gracias por traer esto tan intenso y gracias por ser tan feliz. Besos a los que les devuelves el sueño de las cosas sencillas.
Me has emocionado con tu poema, querido. Hoy no me toca ser ácida, que sabes querido que es una ocupación encantadora que tengo con la finalidad de avivar siempre y revolucionar las almas. Pero hoy no, caro. Qué bonito y que afortunado. Yo tuve novios pero me dejaron, caro, no superon apreciar en mí... o puede que lo que ocurra es que la verdad es que soy muy pesada, una pesadilla a veces. Carísimo, tu felicidad me ha puesto triste porque sabes bien lo sensible que soy. Me vestiré de otoño, pero otoño elegante, no otoño de la tercera edad, y saldré a buscarme otro para poder escuchar canciones en los parques de mi ciudad.
Susana, luego, por la noche comentaré tu bellísimo texto que no había descubierto aún (creo que de lo más bonito que te he leído en tiempo). Es fuerte que hayamos decidido ponernos poéticos a la vez. Será la telepatía de siempre, jeje. Hay momentos, instantes, en que dices en este punto instante (dije punto, por lo de vita puntum) soy feliz. En treinta segundos ya no, pero mientras dura el instante lo eres. Lo maravilloso es poder recordarlo luego. Hace que pienses, vale, soy un poco más feliz porque puedo recordar emocionado que ayer fui feliz. O que lo fui el año pasado. O cuando sea...
María, lo leo y no puedo creerlo. Nuestra María preferida (a ratos) siendo autocrítica. Sí, seguro que eres una pesadilla algunas veces, querida, pero un sol otras. Me quedo con la María que, voluntarista, después de toda autocrítica dice: "Me vestiré de otoño y saldré a buscarme un novio". Este final que escribes, María, es en una palabra precioso.
Como me gusta esa canción, el poema que subyace y la música tan apropiada. Y luego Mercedes Sosa, con todo lo que significó, con todo lo que supuso.
No sé si et recordaràs de mí, sóc la fan de l'òpera barroca que et vaig escriure tambe amb motiu de la teva entrada sobre el Camino. Et llegeixo força i t'escric poc, pero avui t'escric perque crec que sé de qui parles, d'un senyor que es posa a tocar a la catedral amb gorra i una guitarra baixant les escales a mà dreta, té una veu poc potent però molt de sentiment. Jo també m'he asssegut a sentir-lo perquè una vegada em va arribar tan al cor que vaig parar-me, i aixo que m'esperaven uns clients, vaig posar-me a escoltar un minut. Quina delicia els cantans de carrer, si son bons son una meravella sentir-los, son com un regal que et surt al pas, com una illa de calma al mig de la ciutat. La propera vegada que hi passi em pararé i buscare entre els que estiguin a les escalinates a algu que tingui pinta de dir-se eastrivier.
Tantas veces nos mataron, tantas veces nos morimos. Sin embargo estamos acá, resucitando. Cantando al sol, como la cigarra, después de años bajo la tierra. La canción la tengo dentro mío, me la canto en silencio en horas de desesperanza. Es de todos aquellos que nos estremecemos de felicidad como vos, Ramón, y después recordamos agradecidos esos estremecimientos. Transfusiones de luz en la oscuridad, para que la noche desaparezca y nos lama el alma la luz de la mañana, mientras la cigarra vuelve a sus cotidianos trabajos vitales que ganan la guerra. Petons, molts.
Marcos, el otro día vi una reciente filmación de la Negra. Está mal la pobre. El tiempo no perdona. Afortunadamente permanecen estas viejas filmaciones que nos la muestran con esa energía que tuvo, con esa sensibilidad.
Miria, sí que et recordo, tot i que no vaig fer el Camino de Santiago com vens a dir, jeje, em vaig limitar a visitar Santiago de Compostela i recordo el teu missatge dient que et consideraves gallega pràcticament. Sí, el senyor que descrius és certament el que jo vaig escoltar. Fa molt que hi és. Més d'una vegada m'he parat a sentir-lo, en tots els sentits d'aquesta paraula. Aquests cantants de carrer de vegades són un malson (sobre tot els del metro i el tren de rodalies... la majoria són espantosos), però d'altres són certament aixo que tu defineixes com una illa en el brugit urbà. Llàstima que no sempre tenim temps per disfrutar-los. A la Catedral de vegades es posa un tenor que no ho fa gens malament, que canta amb molta gràcia Una furtiva lagrima i d'altres aries. Ho fa també francament bé. Gràcies per passar-te pel bloc, i comenta més, dona, que ja veus que se t'agraeix molt...
Mariel, benditas transfusiones de luz en los periodos oscuros. Sí, una canción, un viejo poema (o nuevo poema), cierto capítulo de esa novela, aquella escena que te conmovió, aquella foto que te recuerda que un día estuviste en Barcelona y fuiste feliz, ese cuadro que te mira preguntándote tantas cosas o respondiéndote otras... todo eso está bien recordarlo. Es casi un deber moral. Una necesidad para esos momentos oscuros o huecos. Pero también es necesario compartirlo luego. Casi como una pedagogía de la sonrisa. Petons.
Viajo a través de tu relato...Qué hermosa es la catedral, qué lindo el gótico y qué felices fueron los argentinos que eligieron tu ciudad para vivir.
Todo gracias a ustedes.
Te abrazo y te quedo agradecida por poner a Mercedes, Ramón.
Desde aquí se los quiere mucho, ya lo saben.
Que maca la música, sobretot al carrer. Des dels meus temps d'estudiant que no havia tornat a escoltar a la Mercedes Sosa que feia cançó protesta, o al menys els seus concerts eren sempre molt politics, molt reivindicatius. La Mercedes Sosa era com un record adormit de la meva altra vida, com tants d'altres records, de quan era estudiant i vivia a ciutat. Ha estat com despertar-se d'un somni i dir, sí a la Sosa jo la coneixia. Com havia pogut oblidar-la?
Siempre hay algun músico con gorra cantando a Silvio en los alrededores de las catedrales. Cuando no lo oigo o no lo encuentro es como si se hubiesen caido las gárgolas. Hermosa entrada Ramon.
Emy, en Barcelona hay muchos argentinos, como bien sabes. Porteños, rosarinos, cordobeses... Alguno incluso me enseñó a reconocer acentos (pero en eso fracasé estrepitosamente). No fracasé ni en el trato ni en los afectos. Recuerda que Barcelona fue la tercera patria del tango, lo recordaba hace muy poco en algún blog amigo. Lo cual significa que el trato, la convivencia y las influencias vienen de lejos. Y que siga...
Jaume, és molt gràfic això que descrius, això d'oblidar una música, una veu, una lectura, alguna cosa que t'ha marcat. I de repent torna. I dius, com he pogut oblidar això que ha estat tan important per a mi. Penso que l'excusa que fa que allò oblidat torni és això: una excusa. El que de debò importa és que les coses mai passen per casualitat i tot allò que ha estat important per a nosaltres ho serà sempre.
Mariano José, los señores argentinos de las gorras son en realidad uno mismo. Quiero decir, en realidad hay uno solamente. Muy ubicuo, eso sí. Si vas paseando y escuchas cantar a Silvio en rincones diferentes, piensa que siempre es el mismo que va cambiando de esquina gótica, que te va persiguiendo casi. La apreciación correcta es la del plural de catedrales (hoy nos movemos en el terreno de singulares y plurales, ya ves...). Saludos
Fa uns anys, això de cantar al carrer era lliure. Recordo haver-me passat tardes senceres sentint l'Adolfo Osta, a vegades amb la Rosa Zaragoza, etc. Fa uns anys, l'Ajuntament va tenir la "brillant" idea d'haver de fer inscripcions, torns, uns punts marcats, etc., i per a mi s'ha perdut bona part de l'encant. Allò d'haver de plegar perquè en 5 minuts comença el següent torn o similars... aaarrggg, els falta organitzar-nos quant i quan haurem d'aplaudir!
Pel que dius, però, l'argentí que canta Silvio és una troballa. Com m'agrada sentir músiques de les que remouen mentre passejo pel gòtic!!
Abraçades!
Totalment d'acord, Susana. Absolutament. Perquè si diguessis, ara fan una prova i tot el que sóna pels carrers i metros de Barcelona és digne, podria inclús estar d'acord amb la prova i el protocol que vulguis. Però no. Alhora que troballes d'enorme sensibilitat com l'argentí, el tenor jovenet, un altre tenor més gran que es posa darrere de la catedral, un noi amb una guitarra, entre altres, arribes al metro o a rodalies i et troves dos rumans amb un carret amb la maquinària i una vocalista rossa que no té cap veu que canta (!?!), dia sí, i dia també, Cuando la noche languidece renacen las sombras, amb un perfecte accent rumanès. Digna d'una antol.logia del desafinament vocal. I tants d'altres que fan veritable mal de cap.
Que sepas que aunque no comento, te leo, te leo y te vuelvo a leer. Pero siempre te han hecho ya comentarios tan bonitos, que me parece que no puedo aportar nada. Me sineto en una esquinita y pienso ¡que guay es mi primo!
Laura, ahora me dejas a mí sin saber qué decir. Gracias por pasarte. Y que cuando estés por Barcelona un café estaría estupendo. Sé que todo lo importante va bien y eso me tranquiliza. Besos y recuerdos.
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