Había una vez una niña a quien metieron en un convento para poder aprovecharse de las tierras que había heredado de su madre. Nada original de momento, como se ve. A la niña, recién llegada, le dieron un espejo y la dejaron en la soledad del claustro para que, allí, en un ritual tan íntimo, pudiera ver su rostro por última vez. Luego, la niña a quién nadie había preguntado si deseaba ser monja, fue ordenada y comenzó a habitar su nuevo y definitivo hogar. Nunca más salió.
Pero desde la soledad de las celdas aprendió cosas. La más importante: que el ser humano tiende a la creación constante de mitos, de leyendas. Son esas leyendas fantásticas que le cuentan las monjas a su llegada. Y son las leyendas que se irán gestando durante su estancia. Como la de la madre Perú y el mate burilado. La de la Interpol. O la del demonio, que se llamaba Nylon.
Es uno de los cuentos que más me ha impresionado. Igual porque lo leí sin esperar nada, y en cambio... Esa génesis del mito en cualquier sociedad, ese paso inevitable del tiempo sedimentado en viejos relatos que tienen tanto de verdad como de leyenda. Y la monja que se va haciendo imprescindible, que accede a la bilioteca, que aprende y extiende el saber entre sus compañeras. Para terminar presa de esa condena que no es otra que la que nos acecha a todos: el paso del tiempo. "Meticona, vieja, revieja...". La monja asomada nuevamente al espejo, la definitiva venganza, el tiempo que ha pasado, el rostro arrugado que la observa y los gritos ("Meticona, vieja, revieja") que la enfrentan a otra leyenda: la suya propia.Se trata del cuento "Mundo" (el mundo era y es ese arcón para guardar ropa y enseres diversos) de mi admirada Cristina Fernández Cubas. Pertenece a Con Agatha en Estambul de 1994. Autora de muchos otros cuentos excelentes recogidos hace cosa de seis meses en un libro imprescindible: Todos los cuentos. (Premio Salambó si no recuerdo mal).
Sus novelas, curiosamente, me interesan mucho menos, no sé por qué. Igual porque se defiende mejor en el texto breve, denso, concentrado, trabajado letra a letra minuciosamente. En las novelas el clima mágico se dispersa más. Pero tampoco pasa nada. Hay escritores de cuentos, parece claro. De Cristina Fernández Cubas leí hace unos diez años un libro que me encantó: Cosas que ya no existen. Con la excusa de recoger textos biográficos iba perfilando un texto global muy interesante. Diverso sin ser disperso, distendido sin ser frívolo. Encantador absolutamente. La escritora hablaba de sus años jóvenes en el Maresme, de su hermana fallecida (con una enorme sensibilidad y con genuino pudor), de su época en Buenos Aires antes de la dictadura, de qué manera alguien que de repente nos cae mal se convierte en un héroe porque, según sentencia del tiempo, hizo algo tan grande que somos nosostros mismos los que resultamos empequeñecidos por juzgarle mal. Por no saber que todo el mundo merece una segunda oportunidad. Como la que tiene, y aprovecha, en los primeros días de la represión argentina la insoportable Acto Fallido cuando bajando de su departamento en el ascensor descubre que allí, en un rincón, el fardo esconde un bebé abandonado por su madre cuando era llevada a la muerte por los milicos. Acto Fallido pulsa el stop y vuelve a subir. Podría haber denunciado que encontró el bebé en el ascensor. Menos problemas. Pero no. Todo el mundo merece un acto de grandeza. Y ese día le toca a a ella. Ese día, nos cuenta Cristina, Acto Fallido dirá que no se encuentra bien y faltará al trabajo. E improvisará un biberón que no estaba previsto. Y una nueva vida que tampoco estaba prevista.
Siempre el tiempo, la salvación a través del tiempo, el mito, la reelaboración. También episodios ligeros, la mirada desbordada del extranjero que interpreta el mundo que de repente habita. O un tiroteo en plena Diagonal de Barcelona y como un episodio tan serio se convierte en una escena de astracán con las mujeres que narran lo que vieron, lo que sintieron, sus especulaciones, sus certezas atroces.
Desde lo grande a lo más pequeño Cristina Fernández Cubas es siempre mucha Cristina Fernández Cubas.
dijous, 18 de juny del 2009
CRISTINA
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Literatura: novel.la
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10 comentaris:
He sido un lector frecuente de esta novelista catalana. El cuento Mundo es escelente, pero no lo mejor suyo, además la novela Un año de gracia es muy curiosa.
Ramon, con qué cariño describe el mundo de la Cubas. Nunca la leí, pero estoy casi segura que tú la has hecho grande... Me temo que has conseguido que tenga una necesidad urgente de caer en sus garras, en sus mini-textos, que ya imagino pulcros, delicados, sentidos... Gracias por tu recomendación.
(qué bien te sienta tambien el castellano) Un abrazo
Un año de Gracia es una novelita que empieza muy bien pero a mi, ese clima tan cerrado, extraño y fantástico, se me hace difícil. De entre sus cuentos hay varios que me encantan. He seleccionado uno, Mundo, porque seguramente es el que prefiero. Luego ya, el grado de excelencia, eso no deja de ser subjetivo.
Susana, ya te pasaré algo de Fdez. Cubas, los cuentos, o ese Cosas que ya no existen al que siempre vuelvo. Y bueno, lo del paso al castellano precisamente ahora, después el ultimátum de María, me daba miedo, porque parece que diga sí, bwana, a todo lo propuesto por nuestra común amiga. Pero ya dije que tenía esta entrada redactada desde hace tiempo. Pretendo además, ir alternando las dos lenguas porque ese es mi hábitat lingüístico natural. Gracias por esos elogios.
Querido, te otorgo la medalla al honor y a la fidelidad y a la obediencia, que ya son tres medallas. No me podía creer que no me hirviera el cerebro al leerte, cosa que me pasa cuando empiezas con los racons y los perós acentuados. Y además, lo haces de qué manera, con un castellano elegantísimo, caro, y hablando de esta escritora desconocidísima pero que me ha llegado. ¿Por qué os ponéis todos de acuerdo en aconsejar el mismo día? Leo a Ana y habla de una escritora que siempre he querido leer. Luego la del cajón encantador, su propuesta musical es sorprendente. Y tú, querido, con una mujer que pinta muy bien y en español. Una gozada. Querido, ¿si vengo a Barcelona, estarías dispuesto a tener una noche loca conmigo? Igual me escapo desde la costa, caro.
Jajaja, sé de una que estará dando saltos de alegría con tu changing lingüístico.
Por lo que dices, Ramon, creo que me apetece mucho más lo de los textos breves, los cuentos o el Cosas que ya no existen, que Un año de gracia. Tú describes un ambiente que con sólo oírlo me suena claustrofóbico, y Marcos dice de ella que es "muy curiosa", lo que hablando de literatura me parece algo débil... um, por ahora no, gracias. Uno de los libros que me has comentado la verdad es que sí me haría gracia echarle un vistazo. Gracias de nuevo.
María, lee lo que dice Susana ahí mismo... Pues estabais las dos redactando a la vez, prácticamente. De verdad que te aconsejo los cuentos de la Cubas, sobre todo ese Mundo que es una obra maestra. Y respecto a lo de la noche loca... por favor, ya estás tardando. Sería genial.
Susana, sí, Un año de Gracia era muy claustrofóbico, esa es la palabra. Y ya ves que sí, que María está feliz con mi castellano tan elegante, jeje. En pago a tu fidelidad, Susana, pienso contarte la noche loca que voy a tener con María (espero). Sólo a ti, jeje.
Jajajaaja, pues vaya... yo pensaba que al menos me convocaríais a la sensión de tarde, apta para menores. No me dejáis estar en el café? Ni pagando????
Lo tendré en cuenta... para mi es una escritora desnococida del todo
Sólo era una opinión, y ya se que curiosa no significa buena pero significa original, diferente, interesante, sorprendente, y eso sí puede resultar un reclamo, al menos para los que nos gusta una literatura no tan al uso, pero bueno, estoy de acuerdo que llega un punto en que es subjetivo.
CRISTINA se estrenó en 1980, con "Mi hermana Elba", un tomito de cuentos publicado por Tusquets en los Cuadernos Ínfimos (los plateados, como yo les llamo), volumen en el que se encuentra el que tal vez es mi cuento preferido de Cristina (adivina, adivinanza), aunque también me gusta mucho "Mundo". Concuerdo en que sus novelas flaquean más, pero "El año de Gracia" es, en efecto, especial: en ella hace una actualización del mito/tema de Robinson.Estudió Derecho, y era compañera de Vila-Matas. Estuvo casada con Carlos Trías (recientemente fallecido), que firmó con su hermano Eugenio un libro de título irrepetible, bajo un seudónimo más bien disuasorio: Cargenio.Gracias, Ramon, por difundir tus gozosas lecturas.
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